Nadie es profeta en su propia tierra

28.05.2013 15:08

Claudio caminó hasta el baño del hotel de Denver, se paró frente al lavatorio y se quitó los lentes. Se miró al espejo y vio un rostro cansado, su pelo ondulado mostraba algunas canas y el rostro con barba de un par de días y las marcas en la cara notaban que ya había pasado la línea de los 40 años. Tal vez era viejo para ser un futbolista, pero muy joven para ser un científico reconocido, con una gran carrera sobre su espalda. Los últimos 3 días había estado de conferencia en conferencia, reunido con colegas, presentando su ciencia y viendo los estudios de otros científicos; aunque su cuerpo le decía lo contrario, él estaba feliz de haber escuchado cosas interesantes, sabía que un par de días de descanso junto a su mujer y sus hijos lo devolverían a la normalidad.

Pensó en el tornado que acababa de pasar en el Estado lindante de Oklahoma y había matado a más de 50 personas, entre ellos 9 niños; se sintió consternado, como todos los habitantes de Colorado.

- Muchas personas que no van a volver a su casa. – Le dijo al espejo.

Luego volvió hasta la habitación, no quiso encender la televisión que sólo hablaba de muerte y tragedia. Se sentó frente a la Notebook y abrió el correo, recordó que había prometido responder unas preguntas a un periodista de su pueblo natal que tenía un semanario. La cama era tentadora, pero decidió hacer un esfuerzo más, debía dejar de pensar en inglés para hacerlo en castellano y recordar un poco su historia, que era lo que le pedía…

Claudio Fabricio González nació el 26 de Febrero de 1971, su madre era manicura y pedicura, y su padre un peluquero muy conocido en Urdampilleta, un fanático del fútbol que en algún momento insinuó ponerle Edson Arantes, en clara alusión al crack brasilero, pero no tuvo el 50% restante de cuórum y se decidieron por Claudio (Maradona tenía 11 años, aún Argentina no había ganado ningún mundial y Messi no existía en ningún proyecto).   

Hizo la escuela en la número 22, donde conoció a grandes amigos y maestras que le dejaron buenos recuerdos. Como el de ir a la escuela caminando con el frío de las 7 de la mañana, ese que cuando se respira larga una especie de vapor, que es el contraste del calor del cuerpo con la helada del día. Una de las cosas que más disfrutaba en cuanto llegaba, era hacer una suerte de patinaje sobre el pasto congelado.

Sin embargo, como a casi toda persona, las grandes marcas y de sus recuerdos vendrían en la adolescencia. Allí aprendió a admirar tanto a sus compañeros como profesores; en fútbol, uno de sus grandes gustos, disfrutaba jugar con el “Gato”, que era el talentoso del grupo, pero más lo asombraba la capacidad de lectura y reflexión socio-política del “Chueco”, porque como él, era una persona que buscaba explotar al máximo su capacidad. Los profesores le enseñaron diferentes cosas, pero cada uno marcó algo en su vida: por su gusto por la lectura y escritura María Haydee (Literatura) sería clave, una mujer pausada que sentía a la literatura como un gusto y no pensaba en dar clases como una obligación; Jorge Iza (Dibujo) quedaría en su memoria como el tipo que le mostraba las grandes visiones y creaciones; de Sandra Gayol (Historia) aprendería a leer y comprender en lugar de memorizar fechas sin sentido; y Cusimano sería uno de los protagonistas que hizo crecer su fanatismo por la genética.

Pero, aunque sus gustos se inclinaban un poco más por la genética, no estudiaría ni historia, ni literatura, ni plástica, ni medicina; después de terminar el secundario decidió que quería ser aviador, aunque por suerte no le fue bien y volvió.

Por esos tiempos había llegado a una conclusión personal, si bien amaba Urdampilleta, sentía que no encontraba su lugar, no se imaginaba ningún tipo de rol para él ahí, a esto se le sumaba que sentía afectada su autoestima por un par de desilusiones personales y necesitaba volver a construirse. No se detuvo a pensar racionalmente si sus padres podían o no enviarlo a estudiar lejos, pero era una decisión tomada, y alentada particularmente por su padre, que era quien más creía que podía bancarle la carrera.

“Los 10 kilómetros desde el pueblo al cruce, son los más largos del mundo… Y son los más cortos a la vez. Si llegás o si te vas, depende.”

En 1989 viajó a Posadas (Misiones) y vivió allí momentos inolvidables mientras estudiaba genética, estudió, aprendió, conoció muchos amigos y a quien sería su esposa actual. Viajaba en Tren desde Chacarita hasta Posadas, una odisea que duraba de 28 a 36 horas.

“Mientras estuve estudiando en Misiones, mis viejos me brindaron todo. Aun no sé cómo hicieron…”

En 1994 terminó sus estudios en Misiones y, en 1995, se trasladó a Tucumán para completar el doctorado. Desde Misiones a Tucumán se trasladaba atravesando el “Monte Impenetrable” de Chaco, en aquellos viajes supo lo que es compartir el transporte con lechones y gallos de riña.

En 1995 recibió una Beca del Centro Argentino-Brasileño de Biotecnología (CABBIO) para asistir a un Posgrado en “Caracterización de promotores eucariotas y procariotas” en la Universidad de San Pablo (Brasil), y en 1998, la misma institución, volvió a becarlo para un posgrado en “Principios de Ingeniería de Bioprocesos e Ingeniería Metabólica” en el Instituto de Tecnología de Chascomús (Argentina). 

Hasta el año 2000, hizo ayudantías y trabajó como profesor en posgrados, desde 1995 al 2000 recibió una Beca de doctorado para obtener el título expedido por la Comisión Nacional de Ciencia y Tecnología Arg.: “Mejoramiento genético de cepas de levadura amiolíticas”.

En el 2000 recibió una Beca postdoctoral otorgada por la Comisión Nacional de Ciencia y Tecnología: “Biorremediación de Cromato usando Promotores de Estress” en la Universidad de Stanford, California. De este modo, su vida, que con 29 años ya apuntaba cada vez más alto por sus logros y su crecimiento científico, daría un giro increíble al trasladarse al país de América del Norte para una formación posdoctoral en Microbiología Molecular y Purificación de proteínas.

“Ahora teniendo un hijo entiendo el dolor que debe haber sentido mi familia. Dije fue partida… Pero aún es, el desarraigo se lleva en el alma por siempre.”

Aunque la situación era compleja, juntó el mayor coraje posible y puso todo por ganarse un lugar en un país extraño, demasiado lejos, con un idioma distinto, otra costumbre y que exigía un período de adaptación que no creía que fuera fácil.

Sin embargo, no sólo conseguiría adaptarse y hacer aún más brillante su carrera, sino que también comenzaría a vivir en el país y se consagraría en su especialidad. Después de 3 años en Stanford fue a la Universidad de California en San Diego a otro posdoctorado, hasta 2004, cuando pasó a la Universidad de Toronto, hasta 2007. En el 2007 (y vive hasta el día de hoy), se trasladó hasta la Universidad de Florida para trabajar como profesor en el Departamento de Microbiología y Ciencia Celular, donde integra también el Comité de la Asamblea de la Facultad.

En el 2008 recibió el premio a la Innovación de Investigación: “Cinamoil Esterasas Bacterianas permiten la absorción intestinal de compuestos aromáticos bioactivos”. Durante 3 años seguidos, 2009, 2010 y 2011 recibió la distinción de sobresaliente como Profesor de la Facultad de Florida.

Publicó varios artículos en libros, publicaciones universitarias y más de 30 publicaciones en diferentes en revistas de alto impacto científico. En síntesis, un currículum que sería imposible publicar en este medio porque no alcanzarían las páginas del semanario. Trabajos que lo llevaron a ser hoy una “fuga de cerebro” más de nuestra historia…

En el 2007 logró tener su propio laboratorio en la Universidad de Florida; donde hoy trabaja haciendo investigaciones a nivel molecular, con enzimas y bacterias. Actualmente  está trabajando en dos líneas importantes. Una es para eliminar una peste de las naranjas, y la otra línea está relacionada con la selección y estudio de bacterias lácticas que ayudan a estimular los sistemas inmunológicos y a batallar contra “flagelos terribles de la sociedad actual”, como son la diabetes y las enfermedades autoinmunes.

“La investigación me da vida, la ciencia hizo que siga siendo un chico, buscando cosas, inventando teorías, imaginando escenarios, buscando cosas nuevas que nadie nunca vio. Me gustan los sistemas, descubrir sistemas moleculares y explicarlos racionalmente. Eso hago, eso me hace feliz, pleno… Trabajo con estudiantes de entre 20 y 26 años, tengo alumnos de Egipto, Chile, Bulgaria, Suecia, Venezuela, USA, mi laboratorio es una babel. Es una experiencia fascinante.”

Claudio miró por la ventana de aquel hotel en Denver, afuera sólo lloviznaba. Pensó en lo que hacía los días de lluvia en su pueblo, y recordó la última vez que lo visitó, hacía 6 meses. Había caminado de noche con su hijo, lentamente, para escuchar los ecos del tiempo y valorar las pequeñas cosas, había recordado historias y renovado sensaciones, como siempre lo hacía cada vez que volvía.

Pensó una vez más en su pueblo, y escribió: “Mi gran frustración es no poder devolverle directamente a  mi gente con mi trabajo lo que ellos le dieron a mi familia siempre. Creo que uno es buen científico cuando su trabajo es por y para el bienestar del público. De alguna manera, espero que mi trabajo algún día directa o indirectamente pueda ayudar a mejorar la calidad de vida de muchas personas.”

De política prefirió no hablar, siente que Argentina carece de madurez social, de solidaridad diaria y de educación cívica integral, “eso nos lleva a una desorganización evidente y no nos permite reaccionar con estructura y respeto cívico-social, por eso el reclamo es siempre sectorial, mezquino y oportunista. Eso no nos generara jamás un robusto tejido social en el cual podamos confiar y crecer en base a la confianza y a la firmeza de las estructuras que generamos en cualquier instancia”. 

 

Si bien Claudio González es un nombre y apellido que pueden sonar como comunes, sorprende que cuando uno lo “googlea” se encuentra con que el más buscado es un cantante que estuvo en “Soñando por cantar”, y no un talento de la genética que constantemente está buscando avanzar y descubrir nuevas cosas que ayuden, entre otras cosas, a salvar vidas. No es que crea que no se deba reconocer a los artistas, por el contrario, el arte es genial, ayuda a alegrar el alma y es muy bueno que se reconozca y se le dé oportunidad a los talentos, pero un héroe, tal vez el tipo más importante que ha salido de Urdampilleta, camina sólo por la noche de la mano de su hijo. No es culpa de nadie, y es de todos, somos una sociedad que decidimos que el pan y circo sea más importante que los héroes silenciosos, esos que deben irse a miles de kilómetros porque acá Tinelli, Lanata, las novelas y el “Fútbol para Todos” lideran el Rating.     

Lisandro Przewolka